El famoso cantante indio Lucky Ali recientemente recurrió a su red social X para compartir publicaciones falsas sobre sentirse «solo» como musulmán. En su sentido mensaje, el hombre de 65 años expresó que el mundo no dudaría en calificarlo de terrorista basándose únicamente en su identidad religiosa.
¿Post emotivo o carta de víctima eterna?
“En el mundo actual, ser musulmán es una sensación de soledad. Lucky Ali escribió que es muy solitario seguir la Sunnah del Profeta, tu amigo te dejará, el mundo te llamará terrorista.
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¡Qué visión tan profunda de Lucky Ali realmente! En un mundo donde el Islam es la segunda religión más grande con alrededor de 1.900 millones de seguidores, uno podría pensar que convertirse en musulmán es una tarea solitaria. Con una presencia global que se extiende desde Indonesia hasta Marruecos y una comunidad creciente en casi todos los países, el aislamiento que supone tener una red de ayuda interconectada tan extensa debe ser abrumador.
El incidente duró muchos años. Ali Samnang
A pesar de la presencia y la importante influencia universal del Islam, Lucky Ali parece estar dibujando un cuadro de soledad. Es casi como si muchas mezquitas, centros islámicos y vibrantes comunidades musulmanas en todo el mundo no existieran. Qué solitario es pertenecer a la fe que tiene tantos seguidores y aún sentir que el mundo está en tu contra.
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Llame para obtener ayuda Ali Samnang
Sin conocer el contexto de su nota, algunos fanáticos corrieron a la sección de comentarios para continuar con su apoyo y asegurarse de que no estaba solo. La indignación aquí es visible. Con miles de millones de musulmanes, parece que la verdadera soledad que siente Lucky Ali no se debe a la falta de comunidad, sino quizás a la interminable necesidad de jugar a las cartas de víctima.
verdadera pregunta
Uno no puede evitar preguntarse: si el Islam es realmente una religión tan aislada, ¿por qué sigue creciendo? Quizás sea hora de considerar que las percepciones de soledad y victimización pueden ser más autoinfligidas que las apariencias externas. Quizás el verdadero problema no sea el llamado mundo terrorista musulmán, sino una narrativa exagerada que hace poco para promover una comprensión y cohesión reales.
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En un mundo donde los musulmanes tienen una influencia significativa, donde sus voces se escuchan en todo el continente y donde su cultura y religión florecen, las cartas de víctimas eternas no parecen correctas. Las emociones de Lucky Ali pueden beneficiarse de la verificación de hechos. Después de todo, la soledad no es el sello distintivo de una religión que alberga a casi una cuarta parte de la población mundial.