A la luz de los recientes ataques terroristas en Kenia y en el extranjero, el Papa Francisco comenzó el segundo día de su viaje a África destacando la necesidad de que los líderes interreligiosos trabajen juntos por la paz.
Reunión
En una reunión matutina el 26 de noviembre con líderes interreligiosos y ecuménicos en la nunciatura apostólica en Nairobi, Kenia, el Papa Francisco dijo que aunque las relaciones ecuménicas pueden ser exigentes, no son opcionales.
«…el diálogo ecuménico e interreligioso no es un lujo. No es algo extra u opcional, sino esencial, algo que nuestro mundo, herido por el conflicto y la división, necesita cada vez más», dijo el Papa.
No sólo es esencial para la paz, añadió, sino que el diálogo interreligioso puede ser una rica fuente de iluminación y se convierte en un «importante servicio al bien común».
Sus comentarios llegan apenas dos semanas después de que seis atentados coordinados en París, perpetrados por el ISIS, dejaran al menos 128 muertos.
El discurso del Papa también se produce siete meses después de que los terroristas mataran a 147 estudiantes en la Universidad de Garissa (Kenia), y cuatro meses después de que unos hombres armados mataran a 14 trabajadores de una cantera en Mandera. En 2013, 67 personas murieron cuando los terroristas atacaron a los compradores en el centro comercial Westgate en Nairobi.Cada uno de estos ataques fue llevado a cabo por al-Shabaab, una filial de al-Qaeda que opera desde el país vecino de Somalia.

Bárbaros
«Sé que los bárbaros atentados en el centro comercial Westgate, en el colegio universitario de Garissa y en Mandera están frescos en sus mentes», dijo. «Con demasiada frecuencia, los jóvenes se radicalizan en nombre de la religión para sembrar la discordia y el miedo, y desgarrar el tejido mismo de nuestras sociedades».
«¡Cuán importante es que seamos vistos como profetas de la paz, pacificadores que invitan a los demás a vivir en paz, armonía y respeto mutuo!»
El Santo Padre también subrayó la importancia de no cometer nunca violencia en nombre de Dios, y rezó por la conversión del corazón de todos aquellos que perpetran la violencia en nombre de la religión.
Cerró su discurso recordando el 50º aniversario del final del Concilio Vaticano II, diciendo que esperaba que la Iglesia continuara su compromiso con el diálogo ecuménico y la amistad.
«Al mirar al futuro, recemos para que todos los hombres y mujeres se vean como hermanos y hermanas, unidos pacíficamente en y a través de nuestras diferencias. Recemos por la paz».